En lo recóndito de los abismos temporales, existe un registro de tus ocurrencias infantiles.
La infancia de tu santo concepto ya estaba inferida de poder, tu gracia ya tenía piedad, por ello te pido, Amorosa Señora, cuida de (nombre de los niños) que no les pase nada malo, tiende tu manto sobre las fuentes de peligro.
Cuida su salud y ayuda a que sean gente de bien haz su corazón claro y equilibrado, haz sus pensamientos prudentes y decididos y bríndales la sensibilidad para que aprecien lo maravilloso de la gran obra. Amén.
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